A cuatro días de las elecciones, y ante mi asombro por los últimos sucesos que han acontecido me atrevo con esta humilde carta a plantear de alguna manera la realidad a la que nos enfrentamos.
Tengo muchos amigos a quienes aprecio y respeto que se encuentran sincera y genuinamente indignados ante la situación política actual. Y hay muchos más que no conozco que también se identifican con el movimiento emergente Democracia Real y esos movimientos que llaman a la abstención o a no votar, a causa de una situación que les indigna.
Aunque comparto los ideales, y la queja, no entiendo que nos permitimos el lujo de ser tan ingenuos respecto al voto en un momento de crisis, con gente real, nosotros mismos, afectada.
Todos sabemos que cada voto en blanco o abstención favorece a la derecha y su electorado acólito (sólo se puede llamar así a quienes hacen manifestaciones escandalizadas llamando al aborto asesinato y olvidan, perdonan, con cristiano amor a los pederastas que abusaron sexualmente de nuños huérfanos y confiados a la protección de la Iglesia) que le apoya siempre.
Todos aquellos que están indignados por las políticas liberales que Europa exige a sus países miembros. A quienes estas políticas les hayan afectado directamente perdiendo el empleo, a los que no pueden quedarse inmóviles frente al trato inhumano a los emigrantes confinados en centros de internación o a la marginación y la pobreza tras haber arriesgado su vida en busca de una oportunidad, a los indignados por la corrupción desvergonzada de algunos políticos (no es momento de señalar nombres) y el apoyo, silencioso de unos, deliberado de otros, “afortunados” del partido que les cobija, frente a los esfuerzos de muchos por no perder piso.
O los que se muestran furiosos por la ostentación de los poderosos, y sus múltiples sueldos por ocupar diversos cargos de “responsabilidad”. O los millonarios bonos, frente a quienes buscan con desesperación trabajar bajo cualquier condición para poder sostener a su familia, los primeros, que igualmente, son víctimas de la explotación y la economía sumergida dónde los derechos del trabajador son sólo un slogan.
A todas aquellas personas, que luchamos por una sociedad donde todos seamos iguales, donde no existan colegios de excelencia, donde no se escuche siquiera la palabra copago en sanidad, donde cualquiera pueda acceder a una calidad de vida digna, y donde se pueda elegir en democracia a quiénes damos el poder, la confianza, de dirigir el gobierno… les digo: en los momentos duros, más obligados estamos a no ignorar la responsabilidad y consecuencia de nuestros actos. Tenemos que votar, o dejaremos el camino libre a la derecha cuyos seguidores no castigan actos en falso, como sí hacemos desde la izquierda. Votar, porque sólo si participamos en la democracia garantizaremos que se pueda seguir luchando por defender diferentes ideales. Votad lo que pensáis, lo que sintáis. Incluso se pueden votar partidos pequeños, nuevos… así se favorecen las asambleas o consejos multipartidarios que impiden la concentración de poder que vaticinan las encuestas. Y que temo, cual pesadilla, se convierta en realidad.
Se favorece más la “democracia real” impidiendo la concentración que está favoreciendo al llamamiento a la abstención en las urnas.
Como es debido habrá que seguir exigiendo a los políticos acciones transparentes y ajustadas a sus promesas o la explicación ante la imposibilidad de las mismas. Lo que exigirá una lucha más larga, constante y participativa.
No podremos refugiarnos tranquilamente en la queja resignada que inmoviliza. Tal vez haya que crear nuevos partidos, abrir nuevos canales de participación. Movilizaos para cambiar el actual sistema electoral, para exigir leyes más duras contra la corrupción, administraciones más transparentes y todos los cambios que sean necesarios para lograr una democracia mejor y achicar la distancia entre los ciudadanos y la política. Acciones que jamás se podrán llevar a cabo bajo un gobierno liberal.
Debemos ejercer nuestro derecho a voto, sino, una queja que queda en una acampada que llama a no votar en estas próximas elecciones, no será nunca el inicio de una lucha social sino una conveniente circunstancia que favorecerá a la derecha en los próximos comicios tal como lo indican las encuestas. Cualquiera puede percatarse de lo evidente.
¡¡¡Indignaos!!! Como dice Hessel, lúcido y comprometido. Indignaos contra el despotismo de los mercados, la regresión social, la impunidad de los poderes financieros, la espeluznante multiplicación del poder único del dinero. Quienes realmente crean que esto puede hacerse desde la derecha bienvenidos al debate. Los que apuesten porque los ricos saben generar riqueza no olvidéis que luego pueden repartirla con bonos a pocos y prejubilando a muchos.
Quienes quieren luchar por valores fundamentales, como los derechos humanos, los derechos obreros, la justicia social combatiendo la vulnerabilidad de los más débiles no pueden cubrirse bajo el manto de la ingenuidad.
Todo acto tiene consecuencias y en determinados momentos más claras.
Por favor, quien no lo haya pensado aún que lo haga. Quien esté convencido que explique qué consecuencias favorecedoras a la lucha social puede tener la abstención en las próximas elecciones.
Indignación con responsabilidad para mí es sinónimo de participación, en este caso en forma de voto.
No resiste quien nada hace sino quien hace en sentido diferente, novedoso, aperturista, creativo o por lo menos lo intenta, pero jamás inmovilizador o proclamando la abstención de participar.
Johanna Hansing, militante de JSCh