Hace apenas unos pocos días tuve la fortuna de reunirme con algunos compañeros en la escuela que el partido Socialista posee en el municipio de la sierra madrileña de Galapagar. La escuela Jaime Vera es sin duda un lugar excepcional para poder reflexionar de vez en cuando junto a otros compañeros, sobre temas relacionados con el pasado, el presente y el futuro del partido.
Como no podía ser de otra manera, ante semejante marco para debatir, suelen ser muy habituales las discusiones cordiales entre compañeros, y en una de esas tertulias tan habituales me encontraba yo cuando un compañero de Euskadi sugirió la siguiente pregunta: – ¿Para vosotros? – dijo, – ¿quien ha sido el socialista más importante de todos los tiempos? –. A lo que una compañera de Asturias respondió que para ella sin duda, el socialista más importante había sido por supuesto Pablo Iglesias, fundador del PSOE y de la UGT, alma mater del socialismo español y el primero en conseguir el acta de diputado en el Congreso. Por su parte un compañero Aragonés, dijo que no estaba de acuerdo. Para él, claramente el socialista más importante había sido Largo Caballero, el hombre que llevo al partido Socialista por primera vez al gobierno de España. Siguió un compañero sevillano, que como no podía ser de otra manera, estimaba que sin duda había sido Felipe el que había guiado al partido a sus mayores triunfos, y el que nos llevó a tiempo a todos los españoles para que no volviéramos a perder el tren de Europa.
Sin embargo un compañero de más edad que el resto, que había estado escuchando atentamente la conversación desde la distancia tomo la palabra y dijo con mucha seguridad: –os equivocáis todos, el socialista más importante de todos los tiempos, se llamaba María–, a lo que todos respondimos con una cierta mirada de extrañeza. El compañero que era consciente de nuestra perplejidad siguió hablando y continúo: – y también se llamaba Pepe, Isabel, Santiago, Charo…–, y así hasta que pronuncio tantos nombres como para que el resto de compañeros nos quedáramos literalmente descolocados.
El compañero, satisfecho ante la reacción que nos había provocado prosiguió: – y su obra más importante fue enseñar a leer a unos compañeros en la casa del pueblo, militar en la clandestinidad durante los años del franquismo, defender a unos trabajadores en un proceso judicial, conseguir, una vez llegada la democracia, la plantación de un pinar en un monte cercano a su pueblo para que lo disfrutaran todos los vecinos, diseñar una autopista para desarrollar la economía de la comunidad, trabajar en la redacción del proyecto de la Ley General de Sanidad…– , y así hasta un casi infinito etcétera.
Dicho esto, empezamos a comprender perfectamente lo que aquel compañero quería decirnos, y el continuó: – Pero sin duda lo que les hace ser los militantes más importantes de todos los tiempos, es que todo lo que hicieron no lo hicieron para que recordáramos sus nombres, ni para ocupar un cargo en el partido o en el gobierno, si no para que todos y cada uno de nosotros podamos disfrutar ahora de lo que tenemos. Ellos lucharon desde su agrupación, dese el taller, desde su acta de concejal, desde la escuela, desde el despacho, desde el ministerio o desde el escaño, por dar un futuro más digno a todos los españoles, y eso es más importante incluso, que haber ganado unas elecciones generales –.
Al final me di cuenta de que nuestro viejo amigo estaba en lo cierto, y es que aunque muchas veces se nos olvide, lo más importante de este partido sigue siendo todos y cada uno de los socialistas que militamos en él.
Muy interesante el artículo, hay veces que endiosamos a unos lideres y nos olvidamos de la gente que está detrás de ellos, la militancia es la fuerza basica de un partido, sin ella, no tendriamos unos lideres como Felipe, Pablo Iglesias,largo caballero… Sabias palabras.