Me levanto de la cama de un salto. No puedo estar más nerviosa, hoy sale mi última nota. Si apruebo seré Graduada en Publicidad y Relaciones Públicas.
Se está encendiendo el ordenador, ¿por qué va tan lento?, ¡qué nervios!. Ya está, abro la página de la universidad, entro en mi usuario y… ¡¡un 8!! ¡¡No me lo puedo creer!!
Una semana después empieza mi búsqueda de empleo, quiero trabajar, quiero demostrarle al mundo lo que sé hacer y lo que he aprendido, me lo merezco por todo el esfuerzo que he hecho para acabar la carrera, compaginándola por las tardes con trabajos de profesora particular, azafata de congresos los fines de semana y vendiendo helados en un parque acuático los meses de verano. ¡Ahora me toca a mí!
Así que elaboro una lista con todas las agencias de publicidad de la ciudad, imprimo casi 50 currículums y me preparo para salir a la calle a buscar trabajo.
– Ya verás que enseguida te empiezan a llamar de un montón de sitios.
– Lo tengo muy difícil mamá, ahora está todo muy mal.
– Pero tú vales mucho, alguien lo sabrá apreciar.
Algunas agencias han cerrado, otras me dicen que están reduciendo plantilla, otras que ya me llamarán, pero yo no desespero y sigo echando currículums. Pasan los días, las semanas; he echado currículums por internet y en persona; en mi ciudad y en otras de España, pero no recibo respuesta.
– ¿Y si busco fuera de España?
– ¿Para qué?, ¿para acabar de camarera o limpiando habitaciones de hotel como tus amigas, las que están en Inglaterra?
– Ya, pero así también podría mejorar el inglés.
– Si cariño, pero has estudiado una carrera para algo, te mereces algo mejor.
Y me preparo para volver a salir a la calle a echar algunos currículums más, ya no tan esperanzada como el primer día. Una amiga me dijo que hay una agencia de publicidad a las afueras de la ciudad, lleva poco tiempo, pero parece que tendrá éxito. Voy a intentarlo.
Entro en la agencia, es bastante amplia por dentro y con una decoración muy moderna. Trabaja mucha gente joven, hay muy buen ambiente de trabajo, me gusta, aquí podría demostrar mi potencial, aprender, crecer.
Me tiemblan las piernas, me sudan las manos, casi no me salen las palabras. Me acerco al mostrador principal y me presento a la chica que ocupa ese puesto.
– Lo siento mucho pero no necesitamos a nadie, están cubiertos todos los puestos.
A su lado hay apilados como 100 currículums más. Yo sí que lo siento, me encanta este sitio, quiero trabajar aquí.
– Si no te importa, te dejo mi currículum por si en algún momento se queda una vacante libre.
– Por supuesto, yo se lo entregaré al responsable de Recursos Humanos con el resto, pero ya te digo que no tenemos previsto que se quede ningún puesto libre.
– Muchas gracias de todas formas, buenos días.
– Buenos días y mucha suerte con la búsqueda.
Me doy media vuelta y me dirijo al ascensor, no quiero salir de allí, pero ya lo ha dicho la chica de recepción, ahora no hay nada. ¿Qué voy a hacer ahora? Espero a que se cierren las puertas del ascensor y se me saltan las lágrimas.
Laura Mazarío
Secretaria de Acción Electoral, Ideas y Programas