Decía Maquiavelo, en uno de sus “Discursos sobre la primera década de Tito Livio”, que los sistemas políticos de los hombres se repiten en una especie de ciclo, que empezaba con la monarquíadel más fuerte y terminaba con la república. En este ciclo, el hombre aprendía que la democracia era el mejor método, y ello siempre le llevaba a una república. Sin embargo, una vez morían las primeras generaciones que trajeron la república, el espíritu se perdía y se caía en una corrupción que acababa llevando a una tiranía. Entonces, se volvía a una monarquía primitiva en la que primaba la ley del más fuerte.
Si bien es cierto que este ciclo se ha repetido a lo largo de la historia de la humanidad, también lo es que los “Discursos sobre la primera década de Tito Livio” se publicaron en 1531. Es decir: Hace casi 500 años. En aquella época, los requisitos democráticos actuales no eran contemplados, al no ser posibles. La corrupción no se hacía pública hasta que era tan evidente como insalvable el sistema. Entonces, alguien tomaba el mando, ayudado de fuerzas militares, y se instauraba en el poder de forma autoritaria. Esta era, por tanto, el proceso de hechos que acaecían de forma general en cada régimen que intentaba la difícil, a la par que soñada, tarea de la democracia.
Hoy en día, las cosas han cambiado en muchos aspectos. Casi 500 años después, la democracia no se muestra como novedad, sino como sistema político sano y normal (dentro de lo que cabe). La concepción de la democracia no muestra apenas dudas en una sociedad que empieza a entender como fundamentales ideas básicas en el talante demócrata: Tolerancia, respeto e igualdad. Es por ello que sorprende que ciertas monarquías sigan estando vigentes en la sociedad occidental más avanzada. Entre ellas, la española.
Y es que, aunque dentro de lo que cabe, la monarquía española tuvo razones y legitimidad en su momento (aunque la Ley para la Reforma Política del 77 no especificase si el rey era realmente querido o no, sí lo hicieron las muchas encuestas del momento), la sociedad española no es la misma que la de hace 40 años. Hoy, no se le ha preguntado a la sociedad qué sistema prefiere. He aquí uno de los problemas de la legitimidad de tal institución: El estar desactualizada. Al menos, debería plantearse un referéndum que aclarase si la sociedad española de verdad quiere el régimen democrático por excelencia o seguir con un régimen anacrónico como es la monarquía. Y si la monarquía quiere tener opciones reales de continuar, probablemente sean ellos mismos quienes deban plantear el referéndum.
Que por qué es mejor una república que una monarquía si la democracia nos está dando más problemas que la monarquía en este país, se preguntan algunos. Primero: Porque esto último es una falacia. La democracia no da problemas: Los da la sociedad. Los políticos no son una serie de extraterrestres sin ningún tipo de moral que llegan al poder sin tener conexión con la sociedad. Los políticos salen de la sociedad, son una representación de ella misma. De manera que si queremos arreglar la democracia, primero habrá que arreglar la sociedad. ¿Cómo? Mediante educación. Mediante un cambio. Y este cambio puede ser el de la república.
En segundo lugar, porque no es justo. Ni para ellos (la familia real) ni para nosotros, sus “vasallos”. Para nosotros, por motivos obvios: Poseen por nacimiento más derechos que nosotros. Eso, quitando que el rey no es responsable de sus delitos, y el resto de españoles sí. Pero lo es para ellos también, pues se ven obligados por nacimiento a una serie de responsabilidades y a no poder llevar nunca una vida privada. Si esto es una ventaja o una desventaja, depende de cada persona. Pero lo que queda claro es que se vulnera un principio básico de la democracia: La igualdad.
Por todo esto, entiendo que la máxima representación de la democracia en un sistema político es la república. Aquel que se considera demócrata, debería considerarse, por consiguiente republicano. No se entiende una idea sin la otra. Igual que no se entiende una sociedad avanzada en la que el Jefe del Estado lo sea por criterios divinos, porque ya hemos avanzado lo suficiente como para no tener que adaptarnos a estos criterios. Tampoco nos debe servir el creernos que “un rey es criado desde pequeño para serlo, y por ello su figura es buena”, porque una persona puede servir o no para ser gestor, y no podemos encomendarnos al azar.
No. La sociedad ya es capaz, gracias a los medios de comunicación, a Internet, y a su propia evolución, de poder decidir cuál es su futuro, y no verse encadenada a un sistema inocuo, pero a la vez, anticuado. Y antidemócrata.
Ahora, la sociedad debe demostrarle a Maquiavelo que estaba equivocado. Hoy, debe volver a gritar y luchar por un objetivo: Que España, mañana, sea republicana. Lo cual no es cuestión de ideologías, ojo: Es una cuestión de inteligencia.
PD: Que la bandera sea roja, amarilla y morada, rojigualda o verde fosforito me da igual. Eso es un mero símbolo sin importancia, que tiene su significado ahora, pero que una vez estemos en república dará lo mismo.
Artículo publicado originalmente en http://divgando.blogspot.com.es el 14 de abril de 2014.
Pablo Villatoro
Militante de JS de Chamberí