Las juventudes socialistas apostamos por un modelo republicano y laico porque consideramos que dicho modelo ha reflejado, refleja y –probablemente- reflejará el sentir de la inmensa mayoría de militantes de nuestra organización.
La defensa que hasta ahora se ha realizado de la monarquía parlamentaria por parte nuestro partido hermano, el Partido Socialista Obrero Español, no es sino una demostración del sentido de Estado que caracteriza a los socialistas, quienes rechazamos en su momento debatir sobre otro modelo que se ajustase más a nuestros principios, con el objetivo de sustentar y garantizar una base de acuerdos que permitiera el crecimiento democrático de nuestro país, tras casi cuatro décadas de dictadura.
Es por ello que, en un momento en el que la sociedad pide cambios en el sistema, y nuestro propio Partido se encuentra sumido en una etapa en la que intentamos clarificar quiénes somos y hacia dónde vamos, la defensa del modelo republicano es un paso necesario para ser fieles a nuestros propios militantes. Como socialistas comprometidos con el progreso político y social de España no podemos suscribir que la Jefatura del Estado recaiga sobre alguien que no ha sido elegido por el conjunto de los españoles, y cuyo nombramiento está fundamentado en cuestiones de herencia y linaje. Es por ello que entendemos que la máxima representación del Estado ha de ostentarla alguien que surja de la legitimidad que garantiza la confianza que se plasma en las urnas.
En esta misma línea siempre hemos considerado y consideramos la total necesidad de convivir en un Estado laico que asegure la total secularización de nuestras instituciones así como la libertad religiosa y de conciencia en nuestro país, y una clara separación entre las religiones y el Estado, que debe ser neutral en lo que respecta a las convicciones religiosas o espirituales. No debe existir una religión de Estado, ni intromisión alguna por parte de esta en ningún proceso político, ni institucional.
Las Juventudes decidimos no establecer en este manifiesto, ni las medidas, ni la forma en la que debe llevarse a cabo este proceso, con el objeto de abrir un amplio debate que permita avanzar en la definición de políticas especificas que conformen el modelo republicano y laico, fundamentales para la consolidación de un verdadero estado democrático y de derecho.