Sobre finalizar un papel doloroso

“Y mañana, y mañana, y mañana,

así  se arrastra, paso a paso y día a día,

hasta la sílaba final con que el tiempo se escribe.

Y todo nuestro ayer iluminó a los necios

la senda de cenizas hacia la muerte. ¡Apágate, breve

                                                                [llama!

La vida es una sombra, que camina; un

                                                               [pobre actor

que con orgullo en el escenario consume su tiempo

y luego nunca más se le vuelve a ver”.

 

                                           William Shakespeare, Macbeth

 

Así las palabras del bardo inmortal han de hacernos juzgar que cada uno no es más que un actor, su vida y sus actos, un papel,  y todo ello, un suspiro. Ahora bien, ciertamente hay aspectos de tal papel que cada uno puede escoger, pero otros no. Y entre estos los hay que antes de que siquiera la obra comience, ya sabemos que van a estar cargados de dolor, tristeza y miedo, sin poesía ni gloria alguna.

Y tal es el caso de los niños no natos que padecen algún problema que no solo los condenará a una vida de sufrimiento, sino que también pondrá en peligro a la madre, y sumirá en pena a los allegados.

Y tal es el caso de aquellos niños que son producto del infame acto de la violación, pues si bien el amor de la madre todo lo puede, son también recuerdo vivo de su causa propia, amén de no estar tal vez la familia preparada para criarlo, haciendo crecer el túmulo del problema.

Y la solución que se ofrece en estos tiempos es el llamado aborto, que pacifica una vida de daño antes de que esta comience, sacando de la existencia a un ser que no conoce el existir, en un acto de piedad superior y fuerza racional por parte de todos los implicados.

Pero hay quien dice: Yo juzgo que acabar con tal criatura inocente es provocar una muerte vil, privando de todo lo bueno de la vida, solo por miedo a una causa de sufrimiento, antes de dar oportunidad a que todo se inicie. Esto me parece que va contra todo, me causa dolor y lo rechazo.

Es la contestación: que la vida ciertamente está llena de cosas buenas, mas hay quien ya desde el nacimiento por su condición estará privado de ellas. Pues podemos dejarnos llevar por la pasión y traer al mundo a un ser que solo habrá de sufrir, o hacer que sea la razón quien nos guie, y realizar un acto que duela a nuestra humanidad en un principio, para evitar  con gran piedad un tiempo venidero lleno de sufrir, haciendo que la realización del primer acto suponga un gesto de mayor humanidad, difícil, mas bueno, justo y humano, que se yerga como una columna honorífica a la razón en conjunción plena con el ser humano en su definición más cálida y candorosa.

Del mismo modo que en un principio la aguja del doctor nos hace daño e incluso atemoriza, produce muchos y muy grandes bienes en nosotros, pues nos salva de daños futuros. Del mismo modo el aborto puede hacer mucho bien si es realizado por motivos justos y racionales.

Si permitimos que el miedo y las pasiones cerquen nuestra mente en este asunto, solo provocaremos dolor y pena. Si empuñamos la razón en nuestra diestra y avanzamos correctamente, estaremos haciendo lo que se espera de nosotros, pues de otra manera, superando la pasión a la razón, seríamos poco más que bestias moles e inmundas, indignos por completo de llamarnos ostentadores de razón, moral y humanidad, esto es, humanos.

 

Jorge Blanco

Militante de JS de Chamberí

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