Con cada día que pasa, descienden las temperaturas, y nuestros alientos se vuelven más fríos al salir de nosotros. Sin embargo, comenzada la campaña electoral, estas respiraciones se vuelven más agitadas y calientes, y las discusiones y discursos llenan el aire del otoño. Pues en invierno habrá elecciones.
En una democracia como ésta, la nuestra, pocos momentos resultan tan importantes para los ciudadanos. Será elegido el presidente, los diputados ocuparán el hemiciclo, y lo engranajes de las leyes girarán en la dirección determinada por la sabiduría de los votantes, en pro de todos, en pro del progreso. O así habría de ser. Sostengo que una gran parte de los ciudadanos se encuentra en un estado de desconocimiento. Desconocimiento de lo que ocurre en España y en el mundo, de las causas y los desenlaces del momento. Sostengo que únicamente un partido tiene ahora la capacidad de hacer progresar este estado y llevarlo a la paz y la prosperidad. Indudablemente, el Partido Socialista.
Son muchos los que acusan a este partido de estancamiento ideológico, de ser la otra cara de la herrumbrosa moneda del bipartidismo, de, incluso, ser un símil de los populares. Nada más falso, nada más equivocado. Que no hay estancamiento alguno es comprobable viendo y escuchando como se han generado nuevas políticas e ideas acordes a los tiempos modernos, algunas apropiadas, otras tal vez no. La dialéctica de un partido democrático y libre en el razonar asentará las primeras, y desechará las segundas. Que el Partido Socialista y el Popular son lo mismo, no es más que la vacía proclama de los furiosos ignorantes, producto tanto de los propios populares, cuyo índice de votantes nunca se ve sujeto a gran mudanza, como de los partidos oportunistas y rapiñadores, que inflaman a las gentes en detracción de la propia verdad. Y sobre esas cosas que se dicen del bipartidismo, he aquí mi contestación:
Que el público ve en los sondeos múltiples colores y siglas, y, venturosamente, piensa en un futuro más democrático y plural en su pensar y obrar. Y mirando al futuro se olvidan de mirar al pasado, donde las ruinas de la guerra civil aún humean, como clamando al cielo que en España sigue habiendo dos, dos digo, bandos. Están las gentes llanas, las clases medias y humildes, ricos honrados también, que luchan por una dignidad que parecía habría traído el nuevo siglo. Y están los que eran llamados los pocos, pero que son muchos y fuertes, que tienen el dinero y no retribuyen al estado lo que es del estado.
Esos son los que ansían privar a las gentes de cultura y educación, para que el país siga hundido en la ciénaga de la ignorancia y así poder seguir delinquiendo con alegría y sin impedimento. Esos son los que desean privar a las gentes de los medios con los que vivir, para que éstas, enzarzadas en la lucha por la supervivencia, no tengan fuerzas para oponerse a sus designios. Esos son los que, herejes ellos, destruyen el planeta con su codicia injusta e inmisericorde, oponiéndose a los deseos de Roma, y los juicios de la cordura. No es la de España una lucha de clases, de ricos y pobres, de conservadurismo y progresismo. Es la guerra que España lleva toda su existencia combatiendo, la lucha del deber y la justicia contra la molicie, la crueldad y la estupidez.
No importa cuántos pendones distintos cuelguen de las paredes del congreso. La derecha ominosa son los populares y los Ciudadanos. El progresismo adecuadamente moderado son los socialistas. La izquierda fragmentadora y debilitadora, como hiciese antaño, sumergiéndonos en la derrota, se sienta más a su siniestra, en multiplicidad de partidos e ideas y demagogias.
Es justo que en España ésto sea así. Es justo y necesario que en la democracia se entrechoquen las ideas de todos. Por ello, éstas son mis ideas. Léalas y juzgue. Pero no salga gritando a las calles cuando los populares, en habiendo ganado la mayoría, acaben con el estado de bienestar, cuando los Ciudadanos, que urden en la mentira, se muestren herederos de la rancia derecha, cuando los demagogos purpúreos lleven a este país a la locura y el caos, como han hecho donde han tocado el poder. Evite la ira, y corte el problema de raíz. La oportunidad para llevar a España cuatro años de buen juicio y progreso para todos se da en las elecciones.
Vote al Partido Socialista Obrero Español.
Jorge Blanco
Militante de JS de Chamberí