Parece más que evidente que durante los últimos 20 años las democracias occidentales no han cumplido las expectativas que habían puesto en ellas sus ciudadanos. Tras la caída del Telón de Acero, parecía casi inevitable que todos los países occidentales fueran capaces de desarrollar todo su potencial de crecimiento, creando fundamentos sólidos que permitieran a sus ciudadanos una existencia feliz. Sin embargo, examinando la literatura más critica aparecida durante estos años, ya sea en disciplinas científicas tales como la economía, la política y la sociología, nos encontramos con cantidad de autores que citan los innumerables errores que están llevando a nuestra civilización al desastre.
Si quisiéramos enumerar los problemas de nuestro sistema político más citados, nos encontraríamos con problemas como la perdida de competitividad productiva, la erosión del estado de bienestar, la falta de liderazgo geopolítico, la desafección de los ciudadanos con las instituciones, la xenofobia, el resurgimiento de las ideologías totalitarias, el aumento de la desigualdad o los problemas medioambientales, y un largo etcetera. Por lo tanto, cada vez es más frecuente que numerosos intelectuales concluyan que nos encontramos en un punto de inflexión entre el esplendor y la decadencia, sobre todo, cuando al mirar por el retrovisor vemos a los países emergentes pisar a fondo el acelerador del desarrollo económico.
Sin embargo, me gustaría reflexionar sobre este último aspecto. Es verdad que nuestra sociedad, como todas las culturas a lo largo de la historia, se enfrenta a infinitud de desafíos, algunos de los cuales incluso pueden llegar a amenazar nuestra propia existencia, y no es menos cierto, que afortunadamente algunos países están logrando alcanzar tasas de crecimiento económico que les están permitiendo mejorar las condiciones de vida de sus habitantes. Pero esto no quiere decir necesariamente que nuestros hijos, y los hijos de nuestros hijos estén abocados a una vida peor que la nuestra.
Creo que es necesario que abandonemos de una vez por todas esa sensación de desazón que llevamos padeciendo, especialmente los europeos desde hace 20 años. Creo que como hijos de nuestro tiempo nos corresponde tomar las decisiones que hagan que el día de mañana, nuestros hijos tengan un futuro que podrá ser mejor que el nuestro, en la medida en que seamos capaces de comprender cuales son realmente nuestros problemas más urgentes y seamos conscientes de los recursos y esfuerzos que debemos emplear para paliarlos.
Hay muchas recetas para acabar con los problemas antes mencionados. Por ejemplo, los políticos podemos aprender a cuidar y respetar las instituciones, y los ciudadanos pueden y deben apreciarlas. Por otro lado debemos comenzar a llevar un estilo de vida más ligero sobre el planeta, replanteando nuestras prioridades y deseos, sobre todo cuando ponen en peligro el bienestar de las generaciones futuras. También tenemos que aprender a gastar mejor nuestros recursos y a no despilfarrarlos, no tiene sentido gastar tanto dinero en tratamientos contra los problemas cardiovasculares derivados de la creciente obesidad, mientras no gastamos a penas recursos en transmitir a nuestros hijos hábitos saludables. Y así un largo etcétera de medidas interrelacionadas que debemos ser capaces de plantear entre todos.
Es por ello que ha llegado el momento de que dejemos de poner la mirada atrás y de que empecemos como decía el poeta Machado y como nos lo recordaba en su último libro el recientemente fallecido José Vidal Beneyto , a hacer camino al andar.
Caminante, son tus huellas
el amino y nada más;
Caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.
Al andar se hace el camino,
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Caminante no hay camino
sino estelas en la mar.
Acceso a artículos de José Vidal Beneyto desde el blog “otromundoesposible.com”
Completamente de acuerdo, pero el problema es que realmente poco poder de decisión se tiene. Las medidas que dices son ciertas (has puesto como ejemplo la obesidad, pero otro ejemplo es el tabaco, cuyos tratamientos son muy caros y por ello el interés de paliar su consumo), pero no es tanto soluciones para los problemas actuales, que ya se saben, sino el ponerlos en marcha, porque cada día más se está viendo como los poderes económicos están absorviendo los políticos, es decir los públicos y únicos elegibles.
Ahora bien, el soplo de optimismo que tiene tu artículo lo apoyo.
disculpa se me fue el teclado y se envío el comentario, bueno siguiendo estoy deacuerdo tambien con las acotaciones de Pedro, se invierte dinero para atacar problemáticas y no pensamos en el problema, por aquí bueno muchas de las cosas que pudimos conversar y que como veo las difundes, me ayudan mucho en el aspecto de ampliar la visión de las cosas a la cual estamos”sometidos” por el gobierno en turno y su patriarcato, bueno amigo nuevamente un abrazo muy fuerte desde aquí que pena que no pudimos realizar más charlas, estuve algo ocupado, me hubiera gustado mucho que hubieras podido asistir a las reuniones de la Asoc. Juventud Kollek, bueno chau amigo